Autor

Ante este libro, nos cuesta creer que el autor no haya tenido influencias de Bécquer o Espronceda; Zorrilla o Campoamor, Hernández o Lorca, entre otros más, como el cubano José Ángel Buesa, a quien juzga de elevadísima inspiración romántica, cuyas historias amatorias debieron ser tantas como son sus muchos poemas admirables. Otros poetas que seguramente influyeron en Albino Suárez, aunque no aparezcan aquí en La Puerta Cerrada, fueron y han de ser su admirado Alfonso Camín; Gabriel y Galán e incluso la misma Rosalía de Castro, amén de muchos otros, naturalmente, pues le sabemos de lectura anárquica y tal vez contraviniente por dispar y no ajustada a los tiempos que ha vivido -y vive-, por fortuna. El tiempo como circunstancia fue para Albino Suárez mordaza y argolla. Puerta Cerrada para estudios mayores –o puerta abierta para comenzar a tempranísima edad a trabajar en canteras y, detrás, en la mina-. Esta referencia es menester para saber algo más sobre el poeta, cuyo campo de acción nunca fue ni adecuado ni propicio para la poesía y menos para la poesía como la que encontramos en este libro, lleno de sentimiento. La mina si tiene poco de poesía ahora menos la tuvo en tiempos posteriores a la guerra civil de España. Hubo quien sí dijo que la mina era poesía; y Albino Suárez decía que a la mina se le hacía poesía, pero no era poética. Y hubo polémica en torno a ello allá por los años del 60. Como en todo, las razones eran variadas. De modo que en ese mundo de contrariedades, contradicciones y limitaciones nació el poeta, el cual, al andar del tiempo, nos viene legando una obra abundante y variada en verso y prosa. Dentro y fuera de la mina. Su tarea merece mayor estudio, habida cuenta de la serie de circunstancias que concurren en el poeta, que a tiempo dejó de comulgar con ruedas de molino y de creer en agüeros. Él sigue, posiblemente, cada vez más desencantado del discurrir, vulgar y chabacano de los tiempos, al menos de los tiempos en que su vida se desenvuelve. Para él la poesía es otro mundo más respetuoso al que dimana de la extraña y desmedida difusión que se hace de tanto ídolo de barro, tanto deporte, del que prefiere guardar su opinión, tantas aleluyas a reyes y séquitos. -Y tanta sumisión de súbditos y lacayos. Y por lo mismo, y acaso más, por tanta vulgaridad actual-. Con todo ello, su doctrina se enmarca en el sentimiento republicano, que digo, por si procede. Huelgan análisis acerca de su obra. Y huelgan elogios. El pláceme está en este libro, puerta abierta de una pasión humana para estimar lo que hace. La amistad es aparte. Y este libro es la suma y sigue de sus otros publicados. Por tanto, aquí comienza, tras esta Puerta Cerrada, a abrirse una realidad donde el lector, si es avisado, encontrará un escenario lleno de pasiones que tienen su razón de ser en el sentimiento del alma, elevado a estrofa rimada, a canción lírica y a estremecimiento humano.

5/5
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