Hay que decirlo. La puerta, que el poeta dice cerrada, para él, por lo que se ve, sigue estando abierta. Al menos para su quehacer literario. Así, vuelve por sus sendas líricas más conocidas, que ahora dicen intimistas, cuando son afectivas o románticas, cuya línea cabe decir que nunca ha dejado el poeta a pesar de sus otros libros, de temas distintos. Podemos, pues, referir sus 25 años al frente de la revista Alto Nalón y ya es decir mucho, en cuyo tiempo fueron saliendo otros libros suyos, de temática variada a la que ahora ofrece en este libro. Hacer constar títulos sería inadecuado. Lo que sí cabe decir de él es su necesidad de escribir, acaso con la simple palabra del vivir cotidiano; pero escribir de todos modos para salir de la rutina del ambiente que le envuelve. Y más en la cuenca minera asturiana. La Puerta Cerrada es un título repetido, ya que ha sido publicado en un cuaderno impreso en Mirando de Ebro, en 1995, en la Colección Estío. Lo que ahora hace el poeta es, como consta en portada, reimprimirlo y aumentarlo. Y es aquí donde señalamos que el aumento es notablemente más variado y rico, más digno de glosa, que es lo que hacemos aquí, a la vista del conjunto poético que constituye este libro que, más que una Puerta Cerrada, es una Puerta Abierta para adentrarse en el alma sentimental de los poetas, a veces tan llenas de abnegaciones y sacrificios y otras tan repleta de amarguras. O de ficciones. Lo cierto es que el poeta ha elegido un temario así porque en la poesía sentimental, o líricamente afectiva, son esos y no otros los fuegos que arden en la hoguera de las venturas y desventuras humanas. Los poetas las trasmiten en verso. La eternidad de la poesía sigue estando en el romanticismo. Y la admiración y aceptación de la misma, también. No es verdad que el romanticismo esté trasnochado, como algunos dicen, acaso incapaces de saber lo que es un ápice de sensibilidad. El origen de la poesía más emotiva siempre estuvo en el amor y en el drama, en sus alteraciones y devaneos, que son tanto mayores cuanto más afecten al género humano. Y los poetas son y han sido los que siempre han elevado a cimas de gloria incluso los dramas eternos del amor. Dudoso será que haya quien se ruborice ante temas del sentimiento, al fin propios de la naturaleza. En todo caso, peor para tales, porque denotarán que carecen de sensibilidad y sentimiento, cosa harto frecuente en la actualidad, lamentablemente, donde impera más que la admiración por la belleza, la exacerbación por la rudeza y la vulgaridad. Para quien prefiera esto, libros como La Puerta Cerrada de Albino Suárez no son recomendables. Les heriría los sentimientos. Que no sé si las carnes…