Y qué decir de sus servicios públicos. Un hospital dirigido por una golem o una escuela gobernada por una enorme orco y su hacha. Y como olvidar a los afables zombies, encargados de mantener la ciudad en perfecto estado.
James Dither sabe que todo eso cuesta dinero. Y en las arcas de la ciudad ya no queda ni un centavo. Como jefe de finanzas y nigromante, hará todo cuanto esté en su mano negra para evitar la ruina. Todo mientras lidia con aquellos que lo quieren muerto o entre sus sábanas.
Todo para que a fin de cuentas, estas cuadren.