Hay conversaciones que nos cambian la vida, nunca creí que en la mesa de un simple bar cambiara mi concepto de la vida política como social e histórica. El bar acoge a gente que lo sabe todo de casi todo, en él arreglan hasta el mundo. Su cultura se alimenta de vivencias, de lo que no se debía hacer y se hizo. Todo cabe en esas conversaciones, tanto lo inverosímil como lo real, como cubata se mezclan y llega hasta emborrachar. En él se acaba desenmascarando todo aquello que no es habitual. Por pura satisfacción propia sin que lleve a consecuencia alguna en la sociedad… Hoy las discrepancias entre Independentistas y Españolistas están presentes en cualquier bar, ni uno ni otro rompen el hielo por miedo a que se calienten las ideas, saben que ello les llevará al enfrentamiento y los que hoy como ayer eran y son amigos pueden dejar de serlo por culpa de una sola palabra. Nosotros nos apoyamos en el respeto que nos teníamos para hablar en aquel bar lo más libre posible sobre todo ello. Nos fuimos como llegamos sin rencor, sin prejuicios y con miedo al enfrentamiento que se quiere crear para que todo siga igual tanto para unos como para otros. Los enfrentamientos solo llevan al odio mutuo. Se sabe de sobra, como sus consecuencias, que siempre habrá quien vivirá de los estropicios y no seremos ni tú ni yo. Solo nos quedará: «¡Lo sabía, sabía que pasaría!». Siempre es lo mismo, el «Lo sabía» es la piedra con la que tropezamos una y otra vez.