Carlos Antonio González Escribano

Pretender en unas líneas enmarcar la vida de un individuo me parece descabellado, pero puestos a dar una idea del autor, un biógrafo al uso pudiera decir de Carlos González Escribano que cursó estudios inconclusos de ciencias físicas, que fue profesor de esquí, de natación, empresario, agente comercial, que incluso trabajó en una mina; que en su juventud fue practicante compulsivo de todo tipo de deportes de riesgo, causantes de innumerables puntos y fracturas varias; que buscó con denuedo encontrar su karma según los cánones de la filosofía oriental e intentó apaciguar su alma bajo el auspicio de la paradigmática religión católica, y que por fin encontró ese equilibrio tan difícil como esquivo al amparo de autores clásicos, entre bicicletas y libros de historias inverosímiles, viviendo entre montañas y formando una familia tradicional compuesta por mujer, dos hijos y perro. Pudiérase incluso decir que durante media vida se empecinó en engañarse a sí mismo, pero esto como digo no pasa de ser una burda aproximación de la vida de un hombre. En cualquiera de sus novelas encontrarás a un autor que denuncia los abusos de poder, que navega entre el agnosticismo y el nihilismo e intenta responder a las preguntas que todos nos hemos formulado alguna vez en la vida: ¿qué hacemos en este jodido mundo y qué podemos hacer para mejorarlo?