Valiente quien dijo nunca más, y no volvió a ser jamás.
Te invito a navegar en un mar lleno de aprendizaje, en este trocito tan mío como ahora nuestro. Te invito a quererte más bien que mucho, a soltar lo que duele y dejar a un lado el qué dirán. Te invito a que me acompañes en mis momentos más vulnerables, en esos donde soy sin miedo a ser. Te invito a retarte y abrazarte fuerte, a convertirte en tu lugar seguro, a valorar la importancia de la salud mental y llenarte de primeras veces.
Después de mucho entendí que el amor empieza en uno mismo, y que el amor propio es la base de todo. Aprendí a vivirme en cada etapa y sentirme viva en cada una de ellas. Que la vida es ahora y dejarse para después es una locura que condena en la tristeza.
Que estamos aquí para vivirlo, para intentarlo, para triunfar. Que existe gente muy bonita ahí fuera, quien merece lo mejor porque supo estar en lo peor, y fue ahí, justo ahí, cuando entendí que hogar no siempre significa lugar, que existen abrazos donde siempre apetece quedarse cinco minutitos más, y eso, eso sí que es fortuna.
