Autor del Grupo Editorial Letrame

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En mi niñez, a la vuelta del colegio y para dar algo de color y alegría a mi existencia de estudiante escolapio, volvía a casa por las calles del centro de Madrid, donde los toreros y apoderados concertaban corridas. Se daban la mano y ese era el contrato, luego vendrían los papeles. Eran otra clase de hombres.
Desde la calle de Sevilla podía ver la cervecería La Tropical, donde algún que otro afamado apoderado tomaba marisco y jugaba a las cartas. Cruzaba la Plaza de Canalejas y me internaba en la calle Núñez de Arce, y de allí a la Plaza Santa; miraba con veneración la fachada de la casa donde había nacido El Gallo. Más arriba se encontraba el hotel Victoria, alojamiento de Manolete cuando venía a Madrid, así como d otros toreros. Con suerte, podía ver cómo algunos toreros hacían la baca para un viaje, con los hatillos, el fundón, el esportón en aquellos coches grandes, «los haigas», con botijo.
Buscaba en los quioscos de periódicos si había salido El Ruedo, los martes el semanario Dígame. Y de retirada me acercaba a la cervecería La Alemana, a ver si había algún personaje famoso, pues decían que allí paraba Hemingway con Ordoñez; arriba en la azotea del mismo edificio estaba el estudio del pintor taurino Jesús Puente.
Reconfortado llegaba a casa y como postre me releía la crónica taurina de Cañabate del diario ABC; descripción de aquellos toros grandes, de billetes pequeños, que ganaban aquellos auténticos gladiadores como Andrés Vázquez, los hermanos Luguillano y otros tantos héroes de los veranos de la Villa.
Mientras otros niños se identificaban con el protagonista del tebeo El Capitán Trueno, yo me reflejaba en aquellos hombres, únicos, que desaparecían en invierno. Lo compensaba yendo al Museo del Prado a ver la Tauromaquia de Goya y fantasear cómo serían aquellos toreros de la época.
Después de diversos avatares académicos, encontré la Psicología como quien encuentra el amor de su vida. Al finalizar mis estudios, apliqué mis conocimientos a la fascinación de mi infancia, es decir, la Fiesta Nacional.
Me licencié en Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid.
Tras varios años de trabajo alcancé el título de Psicólogo Especialista en Psicología Clínica, expedido por el Ministerio de Educación.
Recibí la acreditación como Psicólogo Europeo (EuroPsy Psychologist) y Psicólogo Especialista en Psicoterapia (Registred EuroPsy Speciaalist in Psychotherapy (EFPA).
Paralelo a todo ello, proseguí mi preparación como psicoanalista y obtuve el nivel de Titular de la Asociación Psicoanalítica de Madrid (IPA), Sociedad Componente de la International Psychoanalytical Association y de la European Psychoanalytical Federation.
Mi nombre es Roberto Gómez Campanero, vivo en Madrid. Tengo ascendencia vasca y andaluza.

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