Rent nació en la capital de España, a los pocos meses fue llevado a un pueblo de La Mancha donde tenía tíos, tías y abuelos. Poco después volvió a Madrid y de nuevo al pueblo. A los tres años sus tíos le llevaron a un pueblo de Barcelona donde se habían instalado sus padres. A los cinco años volvió al pueblo manchego y a los seis volvió a Barcelona para embarcarse con su madre, abuela y hermana hacia Caracas. Marcharon en barco, el Bianca C, que salió de la misma Barcelona, tocaron puerto en Tenerife, Funchal, Miami y Curasao.
En Caracas estuvo hasta los nueve años que volvió a España, esta vez con otro barco que se llamaba Santa María, este solo tocó puerto en Tenerife y atracó en Vigo, volaron hacia Barcelona y de allí, de nuevo, al pueblo manchego desde donde lo internaron en un colegio de curas de un pueblo de Guadalajara, durante dos años, al cabo de los cuales, y con once, volvió a viajar a Caracas, esta vez en avión con su hermana, su hermano y una amiga de su madre.
A los diecisiete años volvió definitivamente a España.
Hizo el servicio militar en un pueblo de La Coruña durante año y medio.
Cuando acabó la mili se fue a vivir a Gijón durante casi dos años. Desde donde volvió de nuevo a Barcelona.
Mucho tiempo después voló a Río de Janeiro, pasado unos años fue a Cuba, y un año después a México.
Poco después marchó a Guatemala muy interesado en la cultura maya.
Ha recorrido todo el sur de Francia siguiendo los restos de los hombres primitivos en Niaux, Tautavel y Lascaux.
Fue a ver con sus propios ojos los orígenes de la cultura occidental que están situados en Creta, en el palacio de Cnosos se maravilló ante tanta belleza.
Pero a menudo visita el roble de la foto que está en la calle Esteve Terrades, e intenta recordar otras naturalezas menos urbanas.
El nombre de la calle le recuerda a su abuelo materno, que había dado tantas vueltas al mundo y que no conoció, a su primo e incluso a él mismo.
Los que le ven hablar con ese verde, bello y majestuoso roble puede que duden de su cordura.