1995.
Si tardé 18 años de mi vida en darme cuenta de que no medía 1,70, imaginad lo que tardé en reconocer emociones.
Me considero gogó oficial en el reflejo de mi espejo, fotógrafa de amaneceres y cabeza de cartel de los conciertos de mi coche. Quiero que se sepa que tengo un don para madrugar los fines de semana, que subrayo los libros y que soy defensora incansable de lo relativo. He sido, soy y no puedo asegurar que no volveré a ser lo que vas a leer en este libro que sale a la luz cuando menos sentido tiene publicarlo.