Nacido en 1946 en el seno de una sociedad con normas inflexibles fui dado en adopción a unos tíos estériles genética, intelectual y emocionalmente, que no vieron en mí sino las carencias que ellos portaban en sí mismos. A partir de los 7 años me resbalé de internado en internado siempre de la mano de los que dicen estar al servicio de dios.
A dios no lo vi en ninguna parte, pero sobre todo desde niño me sorprendió la doble vida que la mayoría de los humanos llevan, contándote y exigiéndote una cosa, que ni ellos creen ni practican. Todo por no desentonar.
Mi trayectoria está llena de situaciones para todos los gustos y colores. Con ellas uno aprende, comprende, goza, se desarrolla y se llega al encuentro de sí mismo, estrellándose al final con la muerte, la irremediable que iguala a todos.