Nací en el año 1953 , un mes de septiembre, un día en el que ya era tiempo de otoño, en Villanueva Mesía, pueblo de la vega granadina bañado por el río Genil, al que afluye el Cacín.
Era la estación del año en el que en Malenia ya no se sentaban los vecinos a tomar el fresco por las noches en las puertas de sus casas, era el tiempo en el que las golondrinas se apiñaban para emigrar a lugares más cálidos.
Como ellas, como las golondrinas quiero decir, volé con mi familia a Granada, donde viví y estudié desde los cinco años hasta la primera juventud.
Después volví a emprender, ya solo, otro vuelo. Esta vez a Madrid. Aquí en la capital, donde vivo actualmente , obtuve la plaza de Inspector de Educación, en el año 1982, profesión que aún desempeño.
En ese año de 1982, pedí destino en Barcelona, donde ejercí la profesión inspectora en el campo educativo durante nueve años en las zonas de L’Hospitalet, Barcelona y Sabadell.
Ya en Madrid, donde volví después de ese paréntesis de nueve cursos en Barcelona, aparte de ejercer mi profesión, asistí a lo que era, en su fase inicial, la Escuela de Letras, situada en la calle Factor, número 5 de la capital, donde debatíamos y practicábamos con José María Guelbenzu, Alejandro Gándara y Constantino Bértolo, sobre textos escritos en diferentes géneros literarios.
Creo que el conjuro de las experiencias vividas en mi infancia y en los veranos de la adolescencia en Malenia, junto con la necesidad de escribir sobre ello es lo que ha hecho posible la publicación de estos relatos.