Francisco Enmanuel Sánchez, nacido el 18 de marzo de 1992 en Trujillo, un pintoresco pueblo del Estado venezolano del mismo nombre, también conocido como «tierra de sabios y santos», rodeado de un ambiente familiar excepcional. Fue en este hogar donde se cimentaron los valores y principios que hoy resuenan con fuerza en su primera novela. Su madre, Emma Sánchez, no solo le regaló la vida, sino que también le abrió las puertas al mundo de las letras enseñándole a leer y escribir a una edad muy temprana. La Biblioteca Pública Mario Briceño Iragorry se convirtió así en su primer refugio y el lugar donde su imaginación comenzó a forjarse.
De su padre, Francisco Rangel, heredó la invaluable capacidad de soñar despierto y una imaginación vívida, junto con la habilidad de vislumbrar oportunidades donde otros solo encontraban obstáculos. Los consejos y ejemplos de vida de sus tíos y primos —de las estirpes Calderón, Sánchez, Rangel y Urbina— le proveyeron de un caudal infinito de conocimientos, cada uno de ellos fungen como «herramientas» que Francisco valora como esencial para afrontar las adversidades del futuro.
Venezuela, la nación que lo vio nacer, le forjó unas alas gigantes y resistentes como el tungsteno. Más tarde, el Reino de España le abrió sus cielos, un nuevo horizonte que hoy le permite desplegar esas alas en toda su magnificencia, demostrando la fuerza y el espíritu que lo impulsan.
