ISBN: 978-84-1144-401-9
SINOPSIS
En El Montaraz y la Marquesita, nos encontramos en uno de aquellos casos que por desgracia se daban en los grandes latifundios extremeños, cuando en las dehesas, había más gentes que en los pueblos. Por lo tanto, en aquellos lugares se desarrollaba la vida de muchas personas. Por una parte, estaban los señores que anuqué no viviesen en la finca, eran una parte muy importante de la misma.
Por otro lado, estaban los empleados y sus familias, que, de alguna manera, también pertenecían a los señores como si formasen parte de sus tierras y sus enseres personales. En primer lugar. En esta parte nos detenemos un poco para escudriñar sus vidas, unas veces, complicadas y otras casi imposibles de ser vividas, ya que los señores, se empeñaban en considerarlos como de su propiedad. Con el relevo generacional, las cosas cambiaron un poco, pero no resultaba nada fácil, ya que los dueños de antaño, se empeñaban en querer imponer su voluntad y para ello, continuaban actuando como siempre, con amenazas y utilizando sus malas artes, cosa que siempre usaron en el pasado y que además no les fue nada mal. A pesar de ser católicos apostólicos, dejaban mucho que desear. Las cosas cambiaron, cuando Lucrecia la hija menor de los marqueses, viniera a reconocer su herencia. En ese momento, sería cuando la historia diese un giro a su curso y algo que hasta entonces hubiese resultado del todo imposible, se convertiría en una realidad, que, en aquellos tiempos, asombraría a propios y extraños, pero por encima de todo, triunfó el amor.
ISBN: 978-84-1144-401-9
Título: El Montaraz y la marquesita
Fecha: 2022
Páginas: 282
SINOPSIS
En El Montaraz y la Marquesita, nos encontramos en uno de aquellos casos que por desgracia se daban en los grandes latifundios extremeños, cuando en las dehesas, había más gentes que en los pueblos. Por lo tanto, en aquellos lugares se desarrollaba la vida de muchas personas. Por una parte, estaban los señores que anuqué no viviesen en la finca, eran una parte muy importante de la misma.
Por otro lado, estaban los empleados y sus familias, que, de alguna manera, también pertenecían a los señores como si formasen parte de sus tierras y sus enseres personales. En primer lugar. En esta parte nos detenemos un poco para escudriñar sus vidas, unas veces, complicadas y otras casi imposibles de ser vividas, ya que los señores, se empeñaban en considerarlos como de su propiedad. Con el relevo generacional, las cosas cambiaron un poco, pero no resultaba nada fácil, ya que los dueños de antaño, se empeñaban en querer imponer su voluntad y para ello, continuaban actuando como siempre, con amenazas y utilizando sus malas artes, cosa que siempre usaron en el pasado y que además no les fue nada mal. A pesar de ser católicos apostólicos, dejaban mucho que desear. Las cosas cambiaron, cuando Lucrecia la hija menor de los marqueses, viniera a reconocer su herencia. En ese momento, sería cuando la historia diese un giro a su curso y algo que hasta entonces hubiese resultado del todo imposible, se convertiría en una realidad, que, en aquellos tiempos, asombraría a propios y extraños, pero por encima de todo, triunfó el amor.